viernes, 5 de septiembre de 2008

Roskilde

Hola. Ayer fui a Roskilde a dar una vuelta con cuatro compañeros de Korallen. Éstos eran (sé que a mentes inquietas como la de Celia esto le interesa): Shannon y Monica, dos estadounideses muy graciosas (en Korallen hay mucho US citizen); y dos italianos, Pasquale, que el pobre anda un poco pegado con el inglés, y Paolo (el cual enamoraría al instante a una que yo me sé).

Fuimos en tren (cinco leuros cuestan ida y vuelta, pero es que aun no tengo bici). Llegamos, paseamos por sus parques y visitamos el puerto. Es una ciudad/pueblo MUY bonita, con sus casas rojas y de techos puntiagudos, poca gente por las calles, muchos árboles y céspedes, y todos los carteles llenos de Øs, Ås y Æs. Tienen una catedral muy bonita y alta, frente a la cual, perdónenme los roskildianos, tropecé, con su consecuente blasfemia. Por lo general la gente habla flojito, es educada, y muchos fuman. Otro día (cuando me adapte un poco) hablaré sobre su gutural idioma.
En el puerto hay muchos padres con sus hijos, y barcos, claro. Hay unos cuantos barcos vikingos (pero pequeñitos), un puente levadizo y algunos patos (cabe decir que Roskilde no da exactamente al mar, sino a un fiordo, Roskilde Fjord. Supongo que por eso hay patos, porque no me suena que en el mar haya patos. Y por todos lados abundantes telarañas, pero, por suerte, aún no he topado con ninguna araña.
En la calle de las tiendas (como quien dice la calle Larios de Roskilde) compré un cable pal internet. Y, por si no hacía ya frío FUERA de nuestro cuerpo, pues nos compramos un helado. Es que los daneses son de mucho helado.
Volvimos en tren a Korallen, donde tuvimos una reunión con el conserje, en la cual básicamente se dijo que mantuviéramos las cocinas limpias y que no invitásemos a toda la universidad a nuestras fiestas (?).
Cené con la gentecilla en una de las cocinas (ya mismo cuento cómo es Korallen, pero es que si lo cuento todo al principio pronto voy a tener que intercalar flashbacks y quizás también flashforwards para hacer la cosa más amena), y luego me quedé conversando con la gente hasta altas horas de la madrugada (bueno, no tan altas). Volví a la habitación 32 (la mía, por si acaso hay dudas) y me dormí, básicamente.
Mañana más.

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