martes, 24 de marzo de 2009

La ecuación del malabar

Ayer por la mañana fui a clase. Una profesora externa muy graciosa nos dio una charla sobre cómo dar charlas, y lo pasamos muy bien. Rafa, entretanto, se dio un paseo por RUC. Comimos juntos en la cantina, yo volví a clase y él se fue a la biblioteca a curiosear. A las tres nos volvimos a encontrar y fuimos andando hasta Roskilde.
El camino fue agradable; nos paramos en varias ocasiones a hacer malabares (a propósito, ya sé hacer con cuatro bolas cruzándolas) y nos comimos una naranja sustraída de mi departamento. Llegamos al puerto, donde investigamos el funcionamiento de un puente levadizo. Paseamos por las inmediaciones del hostal donde me quedé la primera noche en Dinamarca, y luego subimos hasta la catedral, mientras intentábamos encontrar una fórmula que definiera la dificultad de un movimiento malabar en función del número de bolas y del número de manos. No encontramos la fórmula pero quedó claro que, a más manos, menos dificultad.
Compramos comida en el supermercado y, dado que empezó a llover, decidimos volver a Trekroner. Cenamos arroz, y luego Rafa fue a jugar al parchís a la Sofás Kitchen y yo me quedé charlando un rato con algunas amigas. Luego fui a la cocina del parchís, donde estaban acabando la partida. Bueno, hubo algún que otro incidente con los narcotraficantes y la policía; pero aún me faltan datos como para hacer una crónica completa y veraz.
Ya en el cuarto, discutimos un poco sobre la naturaleza de los gravitones y nos dormimos.
Esta mañana Rafa se fue a las siete. A mí me dolía un poco la barriga, así que me despedí de él en la puerta. Aún me pregunto si llegaría sano y salvo a la estación, si cogería sin contratiempos el tren a Copenhague y el autobús a Oslo. Pero no news are good news, así que bien.
Me quedé remoloneando un rato, luego practiqué un poco de malabarismos, mantuve una conversación existencialista con Pasquale y fuimos a comer a la cantina. Jugamos un rato al futbolín y estuve deambulando por los laboratorios de química hasta que una profesora mu saboría me echó. Hace un rato ha nevado un poco, confirmándose así lo caótico del clima en este país. Ahora estoy en mi habitación, pensando en el tiempo y en el espacio; en qué ha venido, y en qué vendrá después.

6 comentarios:

Miguel dijo...

joputi el richi que nos ha colao dos pos del tirón, sin tiempo pa respira cohone¡, me voy a la play luego ala noche los leo
p.d.imp. hablaste con la cafelitos?

Miguel dijo...

playa

Eleuterio Sánchez dijo...

Baya tela, Rixal, yebas unos días desbocado, escribe que te escribe.
Que conste que leo los pos, aunque será eso que tú dices, la chorrada esa de la astenia, pero no mapetece escribir muxo, iyo, que acaba uno repitiéndose un taco. A tí qué te boy a contar.
Una reflexión sobre los últimos pos:
Has equivocado la carrera -si es que a lo tuyo se le puede llamar así-, macho. Lo tuyo es la física o la filosofía.
(Acotaciones a la reflexión: ¿podemos llamar física a aquella que deduce que, a más manos, menos complicación tiene el malabar? ¿o más bien deberíamos hablar de cutrefísica? por otro lado, ¿podemos llamar filósofo al tipo que, harto de partis, paseitos por el coral, york sessions y demás, se dedica noche sí y noche también a mantener conversaciones trascendentales (?)con su vecina? ¿o más bien es un ardir harto conocido para conseguir alguna rentabilidad sexual, pero que ni por esas?)
¿dónde está la cafecitos? yo también quiero saber.
Y en cuanto a melón blando, que ya le bale, haciéndole la pelota al Rixi.
Arribederchi, pollo.

Eleuterio Sánchez dijo...

Eso, eso, playa!

Eleuterio Sánchez dijo...

Más playa, y menos grabitones!!

Eleuterio Sánchez dijo...

mesabía olvidado comentar que, por lo que cuentas, cada bez te pareces más al colega de "el misterio de la cripta embrujada", co tanto misterio y tanto rollo.
¿No estarás perdiendo la chaveta?
Cuidate, Rixal, como si fueras tu propia moleskine.
Te quiere,
tu Ele.