jueves, 15 de enero de 2009

La tortuosa Ruta Romántica por Boserup Skov

Esta mañana amaneció brumosa y fría. Ventilé la habitación y pegué con cintacelo un termómetro por fuera de la ventana. Comí en la cantina y fui a ver a Rikke, mi coordinadora, para arreglar mi acuerdo académico. Me serví en la cocinita un café y puse tres coronas en la caja del bote, convirtiéndose ésta en mi primera acción honrada desde que llegué en agosto. Luego, en vista de que todo Korallen estaba sumido en una letárgica resaca, fui en bici a Roskilde.
Entré en la oficina de turismo y me lo llevé todo (dos o tres kilos de folletos). Con semejante lastre a la espalda, decidí seguir una ruta cortita que venía indicada en uno de los folletos: la Ruta Romántica del oeste de Roskilde.
La cosa empezó con un mal augurio: nada más salir de Roskilde pasé cerca de un psiquiátrico. Allí había un loco en un banco mirando a los patos del fiordo. Al verme me gritó y luego se rió diabólicamente. Seguí adelante y me interné en el bosque de Boserup (Boserup Skov). Este bosque, del que me había hablado Fer, son un montón de colinas llenas de árboles altos, pelados por el frío, justo al borde del fiordo helado. Fer no me había hablado, sin embargo, del suelo completamente embarrado y lleno de hojas podridas, de la falta absoluta de señalización, ni del sonido lejano de sierras mecánicas y árboles cayendo al suelo.
Llegué a una playita con el agua helada. Cerca había una barca varada a la que le eché el ojo para otro día. Seguí mi enfangado camino hasta llegar por fin al querido asfalto. El mapa de la ruta romántica era todo un rompecabezas. Mi siguiente meta era el pueblo de Kattinge, pero en un cruce de caminos me desvié para visitar Bolnæs, un grupo de casuchas en un bosque lúgubre. Luego me encaminé a Kattinge. Todo el paisaje está formado por el juego del mar con incontables penínsulas, islas y lagos. Hay muchas granjas, caballos, vacas, caca.

La bruma se despejó, pero empezó a hacer un frío que te rilas. Me crucé un par de veces con un niño que iba super preparado con su mallot, ruedas finísimas, gafas amarillas y casco aerodinámico, un poco chulito.
Kattinge era otro conjunto de casitas que atravesé en menos de treinta segundos. Luego consulté mi confuso mapa y vi de milagro la indicación de vuelta para Roskilde. Ya era hora.
La tragedia estuvo a punto de cernirse sobre mí. Acababa de ver un molino (cosa buena), pero me dolía la pierna y tenía frío y hambre (cosas malas); y entonces me llamaron por teléfono. Paré, contesté, y al instante escuché unos ladridos furiosos (cosa muy mala). Salió un perro de un recodo del camino y yo sentí el aliento de la parca en mi nuca. Avancé unos metros, pero el terror me volvió muy tonto y los avancé hacia él. Por suerte, poco antes de que me diese alcance, alguien llamó al perro, y yo salí ileso del altercado.
Mandé el maldito mapa al demonio y cogí la carretera nacional hacia Roskilde, orientándome por la silueta de la catedral. Fui a la estación de trenes a preguntar cuánto cuesta ir a Malmö, y media hora después, exhausto, llegué a Korallen. Al parecer ha llegado gente nueva. A ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Qué chula la foto Ricardo. aiviaiyo cuando vayamos a visitarte.
Perdona mi ignorancia, y corrígeme si me equivoco pero creo que es cerNIRse, no??,acláramelo en un comentaro porfa, porque voy acoger un trauma con laspalabras qe me creo que son y no son , por ejemplo acomularse y otras de las que no me acuerdo ahora, no felia??? ujujujuju.
Mu bueno también lo de "los avancé hacia él", muy bueno pero más tipico de álgúun personaje como MAMÁ.
Bueno, nos vemos chavalin.
pd. que felia perdone mi incultura, ya que al leer a mejonpami creía que ese idioma era portuguesiño, cagoentó que era galleguiño¡¡

Ricardo dijo...

buena apreciación, migueliño.