jueves, 26 de febrero de 2009

Días amargos y dulces

Esta semana venía siendo bastante triste. Carlos y Kepa se van mañana, y la pesadumbre se ha apoderado de todo Trekroner. Además, el clima se está volviendo caótico (lluvia y sol, frío y calor), y se nota en el aire la proximidad de la primavera en forma de astenia. Y, aparte, estoy tristecillo por otros motivos que se los dejo a mi libretita. Ayer, sin embargo, pasó algo que cambió el rumbo de los acontecimientos. Sigue y seguirá habiendo tristeza, pero por lo menos la monotonía se nos ha roto inesperadamente.
Aunque no tenga conexión alguna con esto, empiezo por el martes. Amaneció despejado y sin una brizna de viento. Comí en la cantina y fui a Copenhague a darme un paseo. Fui a un barrio que se llama Vanløse. Hay un lago muy bonito, que todavía estaba helado, y un senderillo que lo bordea entero. Cuando lo terminé de rodear, y ciertamente reconfortado tras la marcha, fui al centro a mirar el aspecto del hotel que voy a reservar para abril. Luego estuve en Christiania con algunos amiguillos tomando un chocolate caliente y jugando al futbolín. Caminamos por el lago y por las casas de los cristianitas, y luego volvimos a Korallen, donde jugamos una partida de póker que estuve a punto de ganar. Este día cogí nueve trenes.
El día de ayer transcurrió de manera soporífera. Por la noche saldríamos en Copenhague, ya que era la última de Carlos y Kepa. Yo no tenía demasiadas ganas, la verdad. Me eché una siesta y, sobre las siete, me despertó alguien llamando a la puerta. Era Dalia. Estuvimos charlando un ratito en el pasillo, y Eva me llamó desde su cuarto para que le arreglara algo en el ordenador. Entré, y había mucha gente. Me acerqué a ayudarla, y entonces, encontrándome desprevenido, me tiraron a la cama con la intención de hacerme un bollo. Lo del bollo es algo que está a la orden del día en Korallen, como lo de reventar habitaciones. Consiste en tirar a alguien a la cama y tirarse todo el mundo encima, formando una montaña humana sobre el desdichado. El caso es que me tiraron a la cama, donde había un revoltijo de sábanas. En pleno bollo ese revoltijo cobró vida, y es que había alguien dentro: Michele.
La alegría fue inmensa. Le hicimos la broma del bollo a dos o tres más que tampoco sabían que Michele estaba aquí. La tarde había dado un vuelco. Me entraron unas ganas enormes de ir a Copenhague.
Salimos, pues. Yo perdí dos trenes porque Pasquale, alma triste, no se decidió hasta el último momento. Fuimos todo el viaje discutiendo sobre quienes eran más bárbaros, los romanos o los bárbaros.
La noche fue como todos los miércoles en Copenhague: se pasa frío en la puerta del Studenterhuset (un bar asfixiante lleno de erasmus) y luego, sin ni siquiera entrar, nos vamos al Moose, que es un poco más acogedor. Me lo pasé increíblemente bien. Volví a Trekroner en el tren de las 5.53. Me comí una pizza con Fer y, ya amaneciendo, me fui a dormir.

Michele se va mañana a Madrid con Carlos y Kepa. Habrá un punto de inflexión importante. El domingo que viene voy a Berlín. Otra gente se va a Oslo, París o Uppsala. Trekroner se vaciará. Cuando volvamos, Rocío e Irene se habrán mudado a Copenhague. Sin duda, las cosas van a cambiar mucho; sólo queda esperar que, pase lo que pase, la paz y la alegría sigan reinando en Korallen.
Ahora hay una comida todos juntos. Las emociones son dulces y a la vez amargas. Voy a preparar oootra tarta de limón.

3 comentarios:

Miguel dijo...

a ver..., ele-mamón y felia-andorrana, creo que la foto de nuestro querido flexo es una provocación preditada (valga la redundancia) para que rompamos nuestra huelga.
Os pido consejo, que hacemos??, esque se esté muuuuu comodo sin comentar macho.

Miguel dijo...

premeditada he querido decir pero al final no he dicho, ahora si he dicho

Eleuterio Sánchez dijo...

Yo creo que sí, iyo, que ya le hemos dado su merecido al Rixal así que, por mi parte, sacabó la huelga, hasta que el Reehy vuelva por las andadas, que seguro que no será muy tarde.
Yo es que ha sido ver de nuevo el flexo para que una lagrimita me se salga sin querer, macarroni, es que soy un sentimental.
A ver, Rikardo, mucha tela que cortar, pero es que la huelga ha sido dura de coone, y no sapodío decir ni mú. Veo que vuelves a tu melancolía y tristeza habitual, que empieza a ser preocupante, a pesar de tu caracter masoca ya suficientemente documentado en este bloj.
Lo del bollo, como lo de rebentar habitaciones, es mu divertío, iyo, casi tanto como lo de las sillas, o lo de clabar cuchillos en las puertas AAHHÁ, que me troncho!! por ahí os gastais un sentido del humor buenísimo, y al que no le guste una broma, pues baya tío tan serio!!!
¿Cuándo te vas a Berlín? estás ya allí o es el próximo fin de semana? YA me contarás qué te parece, a mí me resultó una ciudad enormemente viva, pero a la vez muy muy inquietante. Llena de fascinación, a pesar de no ser precisamente "bonita". Ya me contarás.
Un abrazo, iyo, y levanta ese ánimo, joler, que ya te queda menos.

Felia, ¿qué tal tu esquí? cuentate algo, que no se te ve el pelo por el bloj.