domingo, 8 de febrero de 2009

Gumito: de lunes a jueves

El lunes pasado, después de clase, fui al aeropuerto a recoger a Gumer, que de otra manera se habría encontrado desvalido en este país hostil y frío. Nos fuimos a Korallen, y desde el primer momento quedó claro que en mi habitación reinaría el desorden y la suciedad.
Dimos un paseo por la universidad, donde jugamos un par de futbolines y le enseñé el sistema de gratituidad de los cafecitos. De nuevo en la residencia nos esperaba una Monday Party bastante desastrosa.
El martes por la mañana nos despertamos temprano y fuimos a Copenhague, donde hicimos una ruta turística. Hacía mucho frío y viento y el cielo estaba encapotado, quién lo desencapotará. La ruta fue la siguiente: sirenita, perrito caliente (el desayuno), palacio real con cambio de guardia incluído, catedral de mármol, la ópera grande, un coche aparcado a pocos centímetros de un abismo, la ópera chica, las casas de colores (Nyhavn, antaño barrio de mala muerte), la plaza real con su pista de hielo, el parlamento, una casa torcida en Christianshavn, almuerzo vegetariano en la Ciudad Libre de Christiania, paseo por las apacibles calles Cristianitas, edificios de oficinas de cristal y acero, Diamante Negro, magdalena de frambuesa rapiñada del cátering de una conferencia, Strøget, plaza del ayuntamiento, y por último la estación central; un tren nos llevó a Korallen, donde caímos rendidos.

- GUMERCITO Y LA CATEDRAL DE MÁRMOL -

Al día siguiente estuve toda la mañana en clase; y Gumer se fue por su cuenta y riesgo a Copenhague. Mi clase transcurrió sin contratiempos, y Gumer llegó a las tres de la tarde incubando una pulmonía. El clima era realmente malo. La tarde se escurrió entre nuestras manos, llegó la noche y luego de nuevo el día: jueves.
Fuimos a Roskilde dando un agradable paseo. En el camino se ven muchas guarderías y colegios, y hay un árbol donde los niños que deciden dejar el chupete los cuelgan en sus ramas, lo que constituye una visión entre dulce y siniestra.
Fuimos a la calle peatonal, donde fui al banco a pagar mi residencia. Allí hay para los clientes una máquina de cafés y chocolates gratis, y nos agenciamos sendas bebidas. Seguimos andando, nos tomamos otro batido en el Gimle, y bajamos al fiordo a ver el paisaje. Había una bruma espesa que nos impedía ver la otra orilla. Esto, junto con los patos andando sobre las aguas heladas y la orilla llena de algas muertas, constituía otra visión bastante apocalíptica.
Volvimos a Korallen. Después de cenar asistimos a una fiesta en otra residencia. La fiesta acabó muy temprano, y parecía que continauría en una forma espectacular en Korallen, mas no fue así. Ante este desolador panorama, nos acostamos.
En resumen, estos días están siendo días de mucho picar el billete y pocas visitas de los revisores, lo cual me llena de ira y desconcierto. Son días de ajetreo, siestas a deshora, suciedad en la habitación y conversaciones en las que recordamos a nuestros amigos del Almadraba.
En el siguiente post contaré la Ruta Arquitectónica del viernes, y la visita a Malmö ayer. Ahora me voy a Copenhague, a la jam.

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