lunes, 13 de octubre de 2008

En busca de la aurora boreal (parte 1 de 4)

Este fin de semana todo el mundo en Korallen se marchaba en una excursión organizada a Bornholm, una islita danesa al lado de Suecia. Un grupo de cinco amigos (españoles todos) no íbamos, así que, para no aburrirnos, decidimos irnos a ver la aurora boreal a Noruega. Qué infelices.
Salimos de Trekroner a las 17.30 del jueves, con el coche cargado de abrigos, cojines, mantas, arroz, cuscús, sandwiches y cacahuetes. El coche era un Peugeot 407 negro, alquilado.
Fuimos a Copenhague, y cruzamos el tunelpuente hacia Malmö. Fue muy emocionante, porque ambos (el puente y el túnel) son espectaculares, y, joler, la excitación de irnos a otro país...

Ya en Suecia, enfilamos hacia el norte, siempre por autopista. Se nos hizo de noche muy pronto, por lo que nuestra imagen del país es bastante difusa.
Sabíamos que para llegar a Oslo había que pasar por Göteborg (he de hacer notar que no llevábamos con nosotros ningún tipo de mapa, instrucciones, o guía. También he de decir que para orientaros busquéis en google maps los sitios de los que hablo). La entrada a Göteborg era bastante confusa, y nos pusimos muy contentos cuando vimos la indicación hacia Oslo.
Íbamos cinco personas: Irene, Blai, María, Fer y yo. Los primeros tres tienen carnet de conducir, y se iban turnando aproximadamente cada tres horas, para estar siempre descansados. Paramos en bastantes áreas de servicio (he de decir que hay muchas y que son estupendas), jugamos al frisbee y al fútbol en ellas, y comimos muchos chilinoters (no sé si se escribe así, son cacahuetes picantes).
Después de Göteborg pasamos la frontera Suecia-Noruega. He de decir que tanto esta frontera como la Dinamarca-Suecia fueron un cachondeo; sin ningún tipo de aduana ni parada; un descontrol, vamos.
Llegamos a Oslo sobre las 2 de la mañana. Nuestro destino era un barrio de las afueras llamado Kringsjå (pronúnciese crincho). Nada más entrar en Oslo nos perdimos por un barrio de ambiente dudoso en el que no nos atrevimos a preguntar a nadie por ninguna dirección. Dimos muchas vueltas, y alguien nos indicó vagamente la dirección. Nos volvimos a perder. Por último, tras mirar un plano en una parada de autobús, llegamos a Kringsjå.
Kringsjå es una residencia de estudiantes, pero a lo grande. Es una miniciudad de cincuenta edificios (algunos de hasta nueve plantas), con colegio, supermercados y bares; entera poblada por estudiantes. Uno de ellos, Chesco, amigo de un compañero de Korallen, era nuestro contacto.
Prosigo. Cuando llegamos a Kringsjå, el Chesco estaba de fiesta, así que, por muy derrotados que estuviéramos, nos unimos a él y a sus amigos. Conocimos a una chica noruega que nos dijo que era una estupidez ir a Tromsø o a Mi-O-Rana (sitios más al norte a los que pensábamos ir, pero que nos pillaban igual de lejos que París o Milán); y que fuéramos a Trondheim.
A horas intempestivas nos acostamos los cinco en el suelo del cuarto del Chesco, y caímos fulminados por el sueño.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

3 "he de decir" son demasiados "he de decir", no crees? De cualquier manera, he de decir que parece que lo pasastéis bien.
Por cierto, aún no te he perdonado. No sé si lo haré.

Miguel dijo...

Ricardo he de decir que lo que ha de decido picatous me lo ha quitado de la boca. Lo he de leido ayer y lo iba a he de comentar hoy.
Pero he de decir que ya lo han de dicho.
Lo dicho, he dicho.

Eleuterio Sánchez dijo...

Yo he de decir que iba a decir algo, pero ya no lo digo.
He dicho.

Miguel dijo...

eleuterio te tengo que he decir una cosa, ya te la he diré. POr lo demás, qué he de decir sobre lo he dicho por aki...