domingo, 14 de diciembre de 2008

Jueves, viernes y sábado (raros)

Estos días están siendo un poco raros. Además de la noche casi perpetua en la que vivimos y de que fuera hace más frío que dentro de una nevera, ésta ha sido la última semana para mucha de la gente aquí. Algunos volverán y otros no. El Coral está sensible.
El viernes pasado fue el cumpleaños de Irene. El jueves por la noche le preparamos una sorpresa muy bonita. Maite, nuestro cebo, se quedó con ella en su cuarto viendo LOST. A contrarreloj, una patrulla de gente llenamos todo el borde de un pasillo con doscientas velas que conducían a una cocina. Eva preparó un bizcocho de chocolate. Michele consiguió desactivar el encendido automático de las luces. A la hora convenida – medianoche – el capítulo de LOST terminó, y Maite le propuso a Irene bajar a ver qué se cocía. Y entonces es cuando la cumpleañera se encuentra con el pasillo de velas, y la gente al fondo con una tarta.
La sorpresa quedó genial. Luego la fiesta se desmadró bastante, mas yo me retiré pronto a mis aposentos.
El viernes no hice nada en especial. Fui a la cantina a comer, y luego estuve en un laguito helado tirando piedras a la superficie para romper el hielo.
Esa noche celebramos el fin de año por adelantado. Primero hicimos una cena más íntima (siendo “íntima” un término relativo), con comida para todos los gustos (empanadillas, jamón, quesos, tarta de maíz...); todo buenísimo. Yo, en un alarde de coraje, preparé la famosa tarta de limón, leche condensada y galletas (cambié la leche condensada por yogur porque en este país no tienen leche condensada, malditos sean), y me salió rica pero escasa. Luego fuimos a la spanish kitchen, que estaba entera decorada de navidad, y allí había una multitud de gente venida de todo Trekroner para celebrar el fin de año. Kepa explicó en inglés cómo funciona la tradición de las doce uvas. Cuando llegó medianoche, pusieron en el youtube las campanadas de 1999. A pesar de la multiculturalidad de la susodicha multitud (franceses, italianos, americanos, turcos, canadienses, iraquíes, etc.), la cosa funcionó muy bien y casi todo el mundo se comió las uvas a tiempo. Luego, champán y musiquita para celebrar la entrada del 2009. La fiesta acabó en forma de llorera. Parecía que la cosa se extendería, pero supimos contenerla. Ya habrá tiempo, joler.
El viernes, huyendo de un Korallen que cada vez amenaza con ser más lacrimógeno, fui a Copenhague con Irene, Rocío y una amiga suya de España. Comimos en el restaurante vegetariano de Christiania. Luego estuvimos viendo puestecillos y paseando por la ciudad. En este país se toman la navidad muy a pecho: el interior de cada casa está adornado profusamente, en todos los jardines (públicos o privados) hay arbolillos iluminados, y en cualquier parte te encuentras adornos y luces, incluso en la mismísima RUC. Como motivo navideño utilizan corazones.
Nos tomamos un café en la planta subterránea de un garito y jugamos a un futbolín que no cumplía con ninguno de los estándares establecidos. Andamos un poco más por la ciudad y volvimos a la residencia, donde vimos dos episodios de Padre de Familia y nos fuimos a dormir, muy cansados.
Ayer fui a Roskilde en busca de regalos. La calle peatonal está iluminada con discreción y buen gusto. Hice las compras pertinentes y volví a Korallen. Todo el suelo de mi habitación está ocupado por un supermapa de Copenhague que estoy formando tras haber adquirido dos volúmenes de las páginas amarillas.
Al caer la noche entregamos los regalos del amigo invisible. Luego hicimos una porra para el barça-madrid y se apiñaron todos a ver el partido. Yo no vi ni siquiera un minuto, pero me llevé la porra (trescientas veinte coronitas).
Después hubo una fiesta que se suponía iba a ser la “goodbye party”. Yo huí de tal evento, y me quedé en fiestas alternativas más tranquilas (que no menos llorosas). Llegado un momento, las mangueras de incendios se desenrroscaron, se vaciaron cubos de agua sobre la gente, y la “goodbye party” se convirtió en una “water party” brutal y divertidísima, que acabó con todo inundado, varias pulmonías en proceso de incubación, y un par de puntos de sutura en la cabeza de ****.
Pero eso es otra historia que debe ser contada en otra ocasión.

2 comentarios:

Miguel dijo...

por fin¡¡¡, nuevo post, uff que mal rato macho.
Sólo puntualizar que a ***** le habrán dado puntos de sutura,ya le vale con ese nombre que tiene, mínimo chino.

Eleuterio Sánchez dijo...

joler, yo es que en cuanto leo "...el coral está sensible..", es que me echo a temblar, macho, ya mespero melosidad a tope, y mentran las siete cosas, iyo.
Esto toma un cariz que te perjudica un taco, rixal, abrete en cuanto puedas, ke tu no bales para esto de la melancolía, la cagas rápido, que te conozco.
Mejor hazle caso al macarroni y dedicate a lo tuyo (steal bikes, for example, que eso sí que te sale que te rilas).

Beo ke insistes en tus habituales probocaciones lingüísticas: que si un "mas me retiré demasiado pronto" por aquí, que si un "estuve en un laguito helado tirando piedras para romper el hielo" por ayá... soy perro biejo, Richi, no me piyas ya, macho.

(Aber si bienes ya de una puta bez,questamo asta lo guebo del RUK y de tó lo que se menea por allí, iyo)

Saludos a tu amigo el xino (es que no sé escribir su nombre. ¿**** o algo así? Embianos la transcripción fonética, porfa). Que se mejore.