lunes, 8 de diciembre de 2008

Algo huele a podrido en Dinamarca

He hecho un intermedio en la limpieza mensual de mi habitación para comentaros un poco qué he hecho este fin de semana. La Penguin Cafe Orchestra retumba en los altavoces. Mi estado mental es bueno. La temperatura exterior es de 6º.
El sábado, y aprovechando que Carlos y Kepa habían alquilado un coche cada uno, nueve korallens y dos novias fuimos a Helsingør. Helsingør es un pueblo en el extremo noreste de Sjælandia, a 30 km al norte de Copenhague.
Llegamos sobre mediodía. Chirimiri pertinaz. Atravesamos con el coche algunas calles estrictamente peatonales y aparcamos cerca de la plaza principal. Allí había montado un mercadillo con productos típicos, y también una pista de patinaje y una noria. Había mucha gente, muchos helsingøreños (a ver qué lingüista me analiza esta palabra). Todo estaba ambientado de navidad, los árboles con luces y los tenderos con gorros de Santa Claus.
Cerca de la plaza, tras cruzar un par de puentes, está el impresionante castillo de Kronborg, conocido porque Shakespeare ambientó aquí Hamlet. Es muy grande, con docenas de salas, habitaciones, escaleras y pináculos; muebles antiguos y muchas ventanas que daban a un tiempo tempestuoso. Un buen lugar en que imaginarse a Hamlet volviéndose loco, con la calavera en la mano o diciendo que Dinamarca huele a podrido. En un ático había unas niñas muy raras disfrazadas de Santa Claus, dos comiendo galletas en una mesa y otra encaramada en las vigas del techo (?).
Dimos un paseo por los jardines alrededor de la fortaleza, que dan al mar, y al otro lado se veía la silueta de Helsingborg, que está en Suecia; y muchos barcos en medio.
Luego bajamos a las mazmorras, oscuras y siniestras. Hacía frío, el techo era muy bajo (Carlos se descalabró), eran muy laberínticas y estaban iluminadas sólo por un bonito quinqué de aceite cada cierto trecho. Daba mucho miedo, y nos alegramos de salir a la luz del día.

- DAVID, FER Y YO. APRÉCIENSE MI ABRIGO NUEVO Y EL CASTILLO DE HAMLET -

Volvimos al centro cuando caía la noche, y comimos en una pizzería de una calidad más que cuestionable, a la que recordaremos como la Pizzería de los Champiñones Crudos.
Dormí durante todo el viaje de vuelta a Korallen. Al llegar estuve un rato escuchando música a la luz de mi nuevo quinqué; luego me duché y fui con Fer a cenar a casa de Blai, que el pobre lleva invitándonos un siglo.
La cena era escalivada, un plato típico catalán. El ambiente era genial. Conté unos cuantos chistes (incluído el de los caracoles y el de la escopeta), y luego unos pocos se fueron de fiesta. Yo me quedé con Blai manteniendo conversaciones filosóficas, y sobre las cuatro nos dormimos.
El domingo amanecí en Copenhague con el cuerpo levemente resacoso. Fregué los restos de la noche anterior, desperté a Blai y nos fuimos a una feria de discos de vinilo que había en el barrio. Curioseamos un poco, y luego salí a ver un partido de fútbol entre equipos infantiles femeninos que había en un pabellón al lado. En cuanto me despisté un segundo me dieron un pelotazo. Arrastré a Blai fuera de la feria de los demonios y fuimos andando hacia Christiania.
El paseo, que son unos pocos kilómetros, fue muy ameno. Vimos la tumba de H. C. Andersen en su respectivo cementerio, y pasamos por calles nuevas que nunca está mal conocer.
En Christiania conocimos a una niña de pelo azul que nos llevó al mercadillo navideño, una carpa enorme atestada de gente. Probamos las galletas de chocolate veganas (sin nada que proceda de los animales, o sea, sin huevo, mantequilla ni leche), que estaban asombrosamente ricas; y luego fuimos a Operaen, un barecillo donde habíamos quedado con unos amigos para presenciar una jam session.
Una jam session es una improvisación musical entre gente que no se conoce. Alguien del público puede subir al escenario, pedir una guitarra y acompañar a la melodía que tocan los demás (que ya de por sí es una improvisación). Personalmente, a mí me resulta emocionante la armonía a la que llegan unos músicos que no se conocen sobre una melodía que no existía antes.
Cuando acabó la jam session, la gente fue a la planta baja, donde había otra jam session más marchosa; pero yo estaba cansado y volví a mi querido Korallen. Cené un arroz iraquí y me acosté sin más preámbulos.
Bueno, vuelvo a mi limpieza. Aún no he comido porque María está preparando botillo, un plato típico de Ponferrada. A ver cuándo suena la campana del rancho.

2 comentarios:

Miguel dijo...

ricardillo me ha gustao el relatillo, hay que ver la de cosillas chulas que estarás viendo, y yo asquí rodeao invernaderos. espero que estés echando muchas fotos pa enseñarlas por akí.
Muy bueno lo del signo de interrogación por la chica encaramada en la viga... me pregunto... no sería un murciélago??

Felia dijo...

limpieza mensual... te refieres a pasar el deo x encima del flexo pa exar la foto de turno??
chirimiriiiiiiiiii
santa claus??? papa noel de toa la vida machoo
pináculos...ejem
habia un trol en las mazmorras??
la luz del dia?? existe alli luz durante el dia?
no contaste el del camellouu?? me decepcionas rixal, me decepcionas
cuerpo resacoso de filosofar??
q mirabas cuand te despistaste en el partido FEMENINO??
el jam session me suena a algo... no??



q te vaya bn rixal
migueee vuelve ar blogg aora q no sta el elee