jueves, 11 de diciembre de 2008

Frederikssund

Aviso que el post de hoy es espesito. Empieza con una advertencia preliminar (ésta), luego una introducción geográfica, después viene el grueso descriptivo de un viaje sin nada destacable, y acaba con una reflexión melosa hasta la náusea. Si queréis podéis seguir leyendo; pero estáis avisados.
Hoy desperté con una extraña sensación en los ojos. Era el sol. Me vestí a toda prisa, desayuné en el cuarto de Michele y salí con la bici.
El fiordo de Roskilde es una lengua del mar báltico que se adentra unos sesenta kilómetros en Sjælandia. Debajo del todo está Roskilde. Lo del oeste es la península de Hornsherred y lo del este es Sjælandia propiamente dicho. Aproximadamente por la mitad, a treinta kilkómetros al norte de Roskilde, esta lengua de agua alcanza su máxima estrechez, por lo que han tendido un puente de un lado a otro, el puente de Frederik (Frederiksbro).
Eran las 10.30, y tomé rumbo al norte. El cielo estaba muy azul y sin nubes. Fue curioso ver la trayectoria del sol, siempre muy pegado al horizonte. Durante toda la excursión la temperatura no subió de uno o dos grados.
Mi meta era la ciudad de Frederikssund, que es de donde sale el puente hacia Hornsherred. No hice el camino pegado al borde del fiordo, sino por el interior, en el carril bici de una carretera nacional. Todo eran praderas, casitas pintorescas, polígonos industriales y molinos de viento. Yo llevaba un plano cutre elaborado por mí mismo, y en algún cruce debí perderme. Estuve unos kilómetros por la carretera, codo con codo con coches y camiones. De nuevo en el carril bici, le pregunté a un señor cómo llegar. Me respondió en danés. Asentí como si me enterara de algo y me piré. Le pregunté a otro señor de voz rasposa. Volví a perderme y no sé cómo encontré finalmente el camino, pero el caso es que llegué a buena hora y con buen ánimo.
Me di un paseo por la calle peatonal, con las casas de colores. Había mucha gente, pero me pareció una ciudad triste. Demasiado silencio.
Cerca del ayuntamiento compré un queso redondo y cacahuetes. Fui a la oficina de turismo y me llevé todos los mapas que pude. Luego crucé el puente. Al otro lado está Færgelunden, un bosque enorme; con el suelo cubierto de hojas rojas y los troncos verdes de musgo. Aparqué la bici en un área de servicio y paseé por el bosque mientras comía el queso a bocados. El bosque era precioso y relajante.

Crucé el puente de nuevo. La vuelta la hice por un carril bici que iba más pegado al fiordo, y que resultaría ser más pintoresco, más seguro, y más infernal. El camino en cuestión (ruta nº 40: Fjordstien) no era, como a la ida, un carril anexo a una carretera nacional: más bien podríamos decir que era un sendero que se adentraba en la Sjælandia profunda. Granjas, barro, estanques, casas pintorescas y olor a caca de vaca. Me quedé sin agua y tuve que pedir que me rellenaran la botella en una casa. Atravesé el pueblo de Jyllinge, que tenía un parquecito con unas vistas espectaculares al puerto y al fiordo.
A falta de diez kilómetros para Roskilde, el cansancio se apoderó de mí. La noche cayó súbitamente. No había iluminación en la maldita ruta nº 40. Hacía frío. Esta última parte del trayecto tuve que hacerla muy lento, y a veces incluso tuve que bajarme de la bici y seguir un poco a pie. Me comí medio paquete de cacahuetes. Tuve que llamar a otra casa a pedir más agua (que para más inri me sirvieron del grifo del agua caliente). Llegué a RUC exhausto. Aparqué mi bici allí mismo y compré un kebab que me comí camino a Korallen.
El sufrimiento, de todas formas, mereció la pena. A las seis de la tarde, con sesenta kilómetros a mis espaldas, llegué a mi cuarto y caí dormido como un tronco. ¿Y qué he ganado? Pues contemplar la belleza del fiordo; y de los bosques y los campos de Dinamarca.

3 comentarios:

Miguel dijo...

VAYA fotitos que nos pones ricardillo, se me ponen los dientes largos', bueno con un poco de suerte un día te persigue un jabalí por esos montes que te metes, y cuando lo pongas en el blog me reiré un rato, uuuujujuju

POr CIerto, sorprendidillo por eso de 60km en bici, cuando quieras te mando un plan, a ver si llegamos a tiempo pal tour de francia, o de finlandia o de estoeselcolmo...

Venga, hasta luego,y toma nota del minilibro de recetas que podrías hacer con los manjares que estás degustando, incluyendo por supuesto un queso "a bocaos" .

Ciaoooo

Eleuterio Sánchez dijo...

Yastoi de vuelta, iyo.
Joer, menos mal que te digo que no publiques en mi ausencia, rixal, que se despista uno y luego tiene que leerse el quijote en pasta!
Ya anda uno curao de espanto del tema este del bloj, por lo que no se asusta uno de casi nada. Malegro de que por fin hayas limpiado el flexo, que ya era hora, macho. También me alegro de que tu estado mental sea bueno, aunque las pruebas documentales que aportas lo contradigan con insistencia. En fin, que malegro por casi todo, menos por la foto de este pos, que es buenísima, indigna de tí; lo tuyo son las del campito con el susodicho flexo asomando, coone.

Miguel dijo...

Oye..., que raro... que incertidumbre..., que tensión...,llevamos ya algunos días sin nuevo post y esto da que pensar.
¿Será que Ricardillo se ha perdido cuando iba en bici a Frederik-sun
(60km,como quien va a la panadería)?
¿Será que Roskito está esperando a que algún desafortunado cocinero de telephoner acabe de hacerle su cena, que son unas migas y están tardando más de la cuenta?
¿Será tal vez que un águila imperial ha anidado en el hbitáculo de su cabeza, provocando la inmovilidad del susodicho Roskito con el fin de no despertar a sus crias?
¿Será quizas-despite of de rain-que RIcardo is in COpenhague stoling bikes, or doing another hard and ambicious project?

No lo sé, el caso es que el post se hace esperar, y este periodo de tiempo puede que Cigueñino lo esté empleando en cualquier cosa, la cual no podemos llegar a imaginar ¡¡¡¡¡ni por asomo¡¡¡¡¡.

Felia??We have lost our fluid comunication TÍA, que BAD-ROUL.