viernes, 22 de mayo de 2009

Las noches azules (parte 2 de 3)

Al día siguiente desayunamos café y pasteles comprados con el fondo común, y cogimos el trenecito hacia Hjørring. Desde allí cogimos un tren hacia Frederikshavn, donde Mikel se encontró por casualidad con un compañero al que no veía desde primero de carrera; y desde Frederikshavn cogimos un tercer tren hasta Skagen, el pueblo más al norte de Dinamarca (sin contar Groenlandia ni las islas Feroe).
Skagen, que como pueblo es bastante birrioso, es conocido por Grenen, una playa alargada que penetra en el océano, separando el Mar del Norte del Báltico. Estos dos mares se encuentran al final de esta lengua de arena, creando un curioso efecto en las olas y un extraño sonido de mareas que vienen en sentidos contrarios. Supongo que también creará peligrosas corrientes submarinas, pues en la playa había varios carteles que avisaban de peligro de muerte a los desdichados que osaran bañarse.

Hay una marcha de cuatro o cinco kilómetros desde Skagen hasta Grenen, que hay que hacer a pie. En el camino me encontré un mapa genial de Noruega. Justo antes de la punta está el faro. Me acerqué a curiosear, y descubrí que se podía subir previo pago de diez coronas. No había nadie cobrando, sino una hucha. Pagué (no porque se me esté contagiando la honradez danesa, sino porque había varios daneses al lado, y no quería quedar mal), y subí hasta lo alto por unas vertiginosas escaleras de caracol. Las vistas eran impresionantes, pero acabó llevándose más fotos el complejo juego de lentes del fanal (fanal que, ahí queda el dato, fue fabricado en París).
Bajé de nuevo y, descalzo y en solitario, hice el último trecho hasta el punto en que los dos mares chocan. Allí me reencontré con el resto del equipo. Colgamos los chaquetones y jerséis en el perchero (el perchero era un árbol seco, es que se nos está pegando el funcionalismo), echamos las toallas a la arena, y a comer sandwiches.

- LA PUNTA MÁS EXTREMA DE GRENEN Y, POR ENDE, DE DINAMARCA -

Después de comer tomamos un poco el sol y jugamos a las palas. Empezó a arreciar el frío, así que recogimos las cosas y volvimos al pueblo. El grupo se escindió. Algunas niñas, amedrentadas por el frío y la duración de la marcha, decidieron volver en un tractorcillo que traía y llevaba a la gente. Los que volvimos andando fuimos acumulando trozos de madera en un cubo para la hoguera de más tarde (hoguera que, perdonen que desvele el futuro, no llegó a realizarse); y subimos al faro.
Mientras esperábamos al tren en Skagen nos tomamos un café en un bar (y las patatas fritas que les sobraron a las anteriores ocupantes de la mesa). Luego, más trenes: de Skagen a Frederikshavn, de Frederikshavn a Hjørring. En Hjørring nos dimos un paseo. El pueblo resultó ser muy bonito, con muchas esculturas por la calle y bastante animación. En la estación, mientras esperábamos, Josema y Mikel jugaban a las palas a pocos metros de las vías.
En Hirtshals nos esperaba una impresionante puesta de sol y la cena. Después fuimos al salón común del albergue, donde había unos daneses sentados en los sofás, con la mesa llena de patatas fritas y cocacolas, viendo Eurovisión. Entusiastas, aplaudimos a Dinamarca y a España, y ellos (tendrían cincuenta o sesenta años) hicieron lo mismo, con más cortesía que entusiasmo. En las puntuaciones aplaudíamos los puntos que les daban a ambos países, y también los de Noruega, que se nos está contagiando el sentimiento escandinavo. Cuando acabó el show, y sin nada mejor que hacer, nos fuimos al cuarto, donde conté chistes hasta que todos se durmieron. Y después me dormí yo.

1 comentario:

Miguel dijo...

Mu sula la foto del atardecer, y la de la playa esa rara también, aunque me parece mentira que no te bañars en un sitio tan estratégico (felia puede dar fe de que yo lo hubiera hecho) (hubiera o hubiere, vamos)
BUeno, a ver si se acaban las noches azules 3 de 3 que me están dando envidia,pero no de la sana sino de la mala, y no es plan macho.
NOs vemos surmano.

pd: josema tiene suerte de que no estuviera mamá por allí, que sino la serie de gritios por jugar cerca de las vías habría sido histórica.