El nido de pájaro de Pekín está en Copenhague

Bueno, por fin estoy aquí, en Roskilde, pasando frío.
El viaje en avión fue sin contratiempos. El piloto hablaba por el micrófono cada diez minutos, pero lo decía todo en danés, por lo que yo me quedaba con la intriga. Sobrevolando la isla de Sjaeland, que es donde están Roskilde y Copenhague, fue cuando por fin le encontré un sentido a las largas horas frente al Google Earth.
Buscando mi maleta me perdí momentáneamente por el aeropuerto. Luego compré un billete de tren para Roskilde. Resulta que los billetes se pican fuera del tren, no dentro; menos mal que me di cuenta antes de entrar al vagón, ahorrándome con ello una multa de 600 coronas.
Hice intercambio en la estación central de Copenhague, y, no me preguntéis cómo, llegué a Roskilde. Una vez allí – aquí – busqué mi albergue, el Danhostel, al que llegué sin contratiempos.
A esas alturas del día (17 horas más o menos), las calles estaban totalmente desiertas. Las aceras muy limpias, y muchas plantas por todos lados. Las casas puntiagudas, de ladrillos, con sus jardincitos y sus ventanas, etcétera.
Dejé los 35 kilos de maletas en mi habitación (la número 13) y salí a dar una vuelta por Roskilde. Vi la catedral, las calles, el puerto... todo muy pintoresco y bastante desierto.
Estaba sentado en un banco del puerto (puerto con veleros, no pesquero) cuando de repente se puso el sol y entró un frío horrible. Me comí un perrito caliente y ahora estoy en la sala común del Danhostel. Aquí hay un cable con internet, y cuando el danés que lo está usando ahora deje de utilizarlo lo conectaré al portátil y subiré esto al blog.